La sopa de cabellos de ángel
en el plato despide
pequeños torbellinos
de vapor translúcido.
Empapada la sopa humeante
silenciosa y secreta
se abandona al juego de
sus mil vaporcillos mil
extractos
jugos efímeros
de los mil millonésimos
cabellos de ángel
dispersos
en el fondo vaporoso del plato.
Mientras tanto,
la manito mueve y mueve
la cuchara
igual que lo haría un diestro
esgrimista desbocado,
si quieren
parecido a Don Diego de
pero cuando era el bravo Zorro
en blanco y negro
-zac zac zac-
Un ademán gracioso y sutil
y la zeta en la pared:
tres cabellos de ángel
desparramados
sobre la pantalla del televisor
(¡Touche! Hubiera dicho D’Artagnan
para marcar la diferencia,
después de todo era francés
como Jacques Costeau)
Pero la zeta permanece,
las tres líneas mínimas delgadas
casi invisibles
de la marca
en la pantalla blanco y negro
de la imagen,
como una vieja foto descolorida
por el tiempo
por el tiempo.
Ahí está la zeta del Zorro,
no de Diego
o de Diego cuando era el Zorro
o del Zorro cuando no era Diego aunque
a esta altura a quién le importa
a quién? a quién?
si la marca está ahí sobre
la pantalla
detrás de las volutas
humeantes de vapor
angelical.
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